jueves, 15 de marzo de 2012

Madryn para rato...


Los dias que siguieron se vuelven cada vez más confusos a medida que los voy recordando, las horas y los personajes se mezclan un poco y puede que algunas cosas hayan sido todavia aún más fantasticas de lo que yo en realidad recuerdo. De todas formas voy a tratar de ser lo más cronológico posible, aunque por suerte el tiempo en esos días no fue algo importante. El caso es que habíamos llegado a Madryn un domingo, con la idea de irnos el martes siguiente, pero ya estábamos a miercoles y seguiamos en la casa de Juli, como habrán notado, puesto que si no estaría hablando de otro lugar en otra situación distinta.
Retomando, habíamos vuelto ese miercoles de Península Valdés, cansados, extasiados de esa necesidad que tiene la naturaleza por asombrarnos hasta en los más mínimos detalles. Eran como las nueve de la noche, el Juli nos invitó a una recibida de una compañera suya, asi que fuimos el Javi y yo, de Leo no diré nada, seguia en su etapa espiritista y se quedó en casa a descansar, no se si durmió tanto, porque en realidad solo duerme aquel que no tiene sueños, y Leo tenia muchos sueños, inciertos acontecimientos que regirian su vida en los próximos meses perturbaban su razonamiento y por momentos su instinto se apoderaba de el, entonces buscaba su felicidad, solo la suya, porque eso es la felicidad, un instinto de supervivencia, y uno sobrevive cuando se es feliz, eso es la felicidad, un instinto, hay muchos otros, pero con el tiempo probablemente nos demos cuenta que todo tipo de instinto tiene como unico objetivo satisfacer cualquier tipo de necesidad solo para que seamos felices. Y así era la situación, por momentos todos eramos un caminante al lado del camino, que miraba la vida pasar con alegria, como si el tiempo se hubiera detenido para nosotros, estábamos yendo hacia el fin, o al comienzo, depende como lo veamos. También recuerdo que en esos días el Leo se sentía superman, sobre todo cuando íbamos en el auto y decidia pasar en rojo una vez que la conversación habia terminado, asombrados todos, palidez en nuestros rostros, preocupación en el semblante del Juli, miradas inquisidoras y deseosas de saber por qué, por qué!!! Leo pasaste en rojo, Es que me siento superman. Esa fue su respuesta, y nosotros, sin nada que temer, sonreiamos y esperábamos llegar a destino, pensando capaz, preguntándonos si este simple hombre de barba, futbolero, de carácter intratable, era superman, o si tal vez la solución no sea una respuesta a esta pregunta, si no más bien alargar las conversaciones en los semáforos.
Y la noche se llenó de personajes, amigos del Juli, estudiantes de una vida infinita. Uno de ellos es el Capo, un hombre que despertaba a su ingenio de maneras infinitamente divertidas, podía hacernos ver que Manuelita en realidad tenía una historia llena de excesos, y que solo se fue a París porque ahí la gente probablemente era mucho más tolerante con su estilo de vida, mas que en Pehuajó. Dos noche después, el Capo, nos hizo apreciar la estepa patagónica, con el viento soplando suavemente pero con fuerza constante sobre una flora que vivia de las carencias del amor, o sea de la soledad, se alimentaba de la soledad del lugar. Vimos y sentimos a los pequeños animales acostumbrados a vivir bajo el yugo de lo inhóspito. Nos fuimos envolviendo en esa soledad!, nos alimentamos un poco de esta, íbamos perdiendo a su vez todo lo que teníamos sobre nuestras cabezas, el viento incesante y el frio se llevaron todo aquello que pesaba sobre nuestros cuerpos, estábamos livianos, flotábamos.





La noche se estaba terminando, nuestra estadía también, dos noches después de haber visto y disfrutado con nuestros ojos lo hermoso de Madryn, había llegado el turno de conocer el alma del lugar, esa que solo te la puede mostrar aquel que ama el lugar, y esa noche, en la estepa de Bahia Grande, en la oscuridad y ya sin nada sobre nuestras cabezas, podiamos levantarnos, podíamos seguir nuestro viaje...  

sábado, 10 de diciembre de 2011

Una isla mamera

Hace ya un tiempo que pasó lo que les voy a contar, si bien los detalles del paisaje no los voy a poder describir con la máxima precisión (aunque reconozco que para describir cosas concretas nunca fui muy bueno) lo que si trataré de mostrarles, es lo que sentimos ese miércoles, empezando por esa mañana en la que emprendimos el viaje hacia Península Valdés.

La verdad es que ni me acuerdo de cuando nos levantamos, muy temprano no salimos, y que desayunamos unos mates en el auto, eso es seguro; porque siempre se nos hacía tarde y teníamos que salir a las apuradas, con un Leo esperando en el auto por lo menos unos diez minutos.  El tema es que cuando nos decidíamos a salir con el Javi, el Leito tenía la necesidad o recordaba que algo había dejado de recordar y se bajaba del auto y eran otros cinco minutos mas de retraso. Les vuelvo a repetir, no se si paso esto, pero esto es lo que pasa, asi que probablemente fue algo similar.
Y para que repetir lo que ya todos saben? el Ka, Sol, la ruta 3, y el sentimiento de aventura en nuestro corazón, que ya para ese tiempo era un corazón, la causalidad nos había juntado, la ruta nos había unido; la ruta… esa línea eterna sobre nuestros pies, que se deslizaba por debajo del Ka a medida que el tiempo volvia sobre sus pasos.
Pasaban los minutos, y la sensación de entrar a una isla que no quería desprenderse de su tierra nos emocionaba, así como seguir pagando tal si fuéramos estudiantes una entrada a una tierra inhóspita, y el istmo Ameghino, que nos mostraba el mar de uno y otro lado. Yo miraba a la izquierda y había mar, mirábamos a la derecha y había mar, mirábamos hacia adelante o atrás y había tierra, mirábamos para arriba y estaba el techo del auto, mirábamos para abajo y estaba el piso del auto, miraba el espejo y estaba yo, asi que todo estaba bien y seguimos viaje.
Nuestra primera parada, fue a los diez años mas o menos, cuando la testosterona empezaba a subir en nuestra sangre y bueno, ya el mirar una linda chica producía cosas lindas en nuestro cuerpo. Pero volviendo al viaje, nos detuvimos a almorzar en Puerto Pirámide, lamentablemente nunca suspiramos al ver la pirámide que le da el nombre, hasta el día de hoy dudamos de que exista, pero el Juli dice que está ahí... será. Y comimos una picadita, acompañada de un vinito y el mar, abrazándonos con su azul marino, el Sol calentando nuestras ideas, el viento borrando nuestras preocupaciones, y la playa esperándonos para jugar un fulbito. Después les contare lo que podría haber sido nuestra vida de haber sido egoístas.
Qué lindo seria que vieran lo que mis ojos vieron, ustedes que leen esto y yo que escribo, se pierde mucho del sentimiento, se gana en imaginación, pero las palabras no alcanzan cuando el sentimiento de felicidad y libertad sobrepasa el volumen de tu pecho, porque eso era, era la libertad de ir hacia donde quisiéramos, nosotros decidíamos nuestro camino; Quiero ir a Punta Delgada; Joya, vamo noma´. Y el Ka obedecía nuestras ordenes; Huu mira, un faro, saquemos una fotaza; Dale, pero primero bajemos al mirador, asi vemos los lobos marinos, y los pingüinos; Mmm, no se si hay pingüinos acá; Bueno, capaz que si, que se yo, bajemos por las dudas; No, obvio. Pero a lo lejos se escuchaba un jadeo, unos pasos esforzados por el ritmo, y una voz, no en el teléfono, si no en un cuerpo deformado por los asados y la falta de peluquería; E(ee)pa!, muchachos, a donde van?; queríamos bajar a ver los lobos marinos; Y ver si hay pingüinos; Mmm, no se si hay pingüinos; Bueno bajemos a ver; No chicos, no pueden bajar, es propiedad privada; Huy en serio? (pensamientos que pueden afectar la sensibilidad de algunas personas) Podemos por lo menos tomarnos una foto en el faro; Si, pero después se tienen que ir… (Pensamientos que pueden afectar la sensibilidad de algunas personas). Nos sacamos las fotos y nos fuimos, y nunca supimos si ahí abajo había pingüinos.
Seguimos viaje hacia Valdés, en ese lugar si pudimos bajar, y vimos lobos marinos, gritando, arrastrándose, mostrando toda su humanidad, ahí tirados sin nada que hacer, matando el tiempo hasta que les dieran ganas de aparearse y comer, en otras palabras, disfrutando de la vida (aclaro que ese lugar también era privado, pero nadie nos quiso detener). No vimos pingüinos.
Íbamos a seguir viaje hacia otro mirador, que ahí si había pingüinos, pero se nos hacía tarde y no queríamos volver de noche, asi que emprendimos el viaje nuevamente hacia Puerto Pirámides, un pueblo de unos mil habitantes, pequeño, modesto, con una canchita de futbol, que tiene un centro de salud  en donde nos ofrecían trabajo para uno solo, asi como también nos ofrecieron lugar en Gan Gan y en Gastre, pueblos de la misma cantidad de habitantes que Puerto Pirámide. Por lo que si hubiéramos sido egoístas con nuestra amistad estaríamos cada uno en un pueblo alejado de la sociedad y de nosotros, menos mal que nos exigían residencia, si no capaz que la historia seria distinta.
Por supuesto que se hizo de noche y nosotros recién salíamos para Madryn, el viaje se hizo un poco mas largo de lo debido, porque era de noche y porque el camino es de ripio, y ni hablar de cuando un animal con la valentía de mil Stallone y la apariencia de un guanaco saltó muy cerca del auto, mas despacio aun. Pero por suerte el camino fue entretenido, descubrimos que entre poste y poste de luz hay unos 50 metros si mal no recuerdo, esto lo dedujimos porque el Javi sabía que entre línea y línea de asfalto hay unos diez metros, entonces mientras uno contaba las líneas el otro contaba los postes, y lo corroboramos viendo cuantos postes habían en cierto tiempo según la velocidad que llevábamos, de esa forma logramos descubrir el misterio de la distancia que hay entre los postes de luz. Y entre una apuesta perdida por ya no me acuerdo quien por una situación que ya no recuerdo y un fernet que el ganador nunca reclamó pero que en algún punto del viaje se tomó, llegamos al hogar que era nuestra casa por esos días…
El Sol se había ocultado hace ya un tiempo, los tres estábamos cansados pero la noche no terminó ahí, pero esa es otra historia, y mientras termino las líneas de lo que para mi fue Península Valdés, miro a mi alrededor, veo la estepa verde y austral de Rio Grande, sobre la ambulancia en el día internacional de la pesca con mosca, recordando las técnicas que me enseñó un tal Mortensen, técnicas que probablemente olvide antes de terminar este relato, no veo nada a mi alrededor que quiera detener nuestro avance, y me dan ganas de correr hasta caer sobre la arena de una playa un poco más cálida y quemarme bajo el Sol de un mundo que todavía no conozco, pero esa es otra aventura… 

sábado, 3 de diciembre de 2011

Una Historia sobre Ballenas

Era nuestro primer despertar en Madryn, el Juli nos había recibido en su gran hogar y el día prometía menos de lo que nos daría, el Puyehue estaba haciendo de las suyas y sus consecuencias llegaban hasta donde estábamos; pero a medida que pasaban las horas, arriba en lo alto, las cenizas se habían tomado un descanso, y el Sol, esa magnífica bola de gases incandescentes nos regalaba su mejor sonrisa. Cómo no venerarlo? si nos estaba ayudando a disfrutar de Bahía Grande; arena, mar, amor, calor, desimportancia por lo que sucediera a nuestro alrededor.

Sentados en la playa y evaluando la dirección de nuestro día, ya varias horas teníamos sin separarnos mas de tres metros entre nosotros. Quizás es por eso que alguno se fue a quemar calorías, otros se fueron dejar sus huellas en la arena, y el día se hacía cada vez mas noche, y la noche se hacía cada vez mas linda. Comimos alguna comida improvisada y nos tiramos a ver un hermoso paisaje de gaviotas y mar… por horas y horas; esperando que se hiciera la hora de ir al cine. La película que vimos nos dejó un claro mensaje de paz, al decidir no putear al Juliancito por habernos hecho ir. Y nuestro día termino en algún bar de Puerto Madryn acompañando el fin de una cerveza helada.

Que tal buen día?; Buen día!; Nos gustaría hablar con el director o directora de la clínica; Y cuál sería la razón muchachitos?; Si, somos tres médicos de Mendoza y nos gustaría ver si hay la posibilidad de tener una entrevista con el director o directora de la clínica; Haaa… qué lindo, de Mendoza? de que parte?; Del centro de Mendoza; Si, yo en realidad soy de Neuquén, pero estudié en Mendoza (esta última es una frase que el Javi decía cada vez que le preguntaban de donde era, con el tiempo no sabemos si se dio cuenta de que en realidad no era de Neuquén sino de Mendoza, o se cansó de dar explicaciones del porqué de su desarraigo y se encontraba ahora con nosotros, formando un este grupo que día a día iba tejiendo un destino desordenado y sin dirección cierta, pero dejó de decirlo-explicarlo); Haaa… que liiindo...blan blin blun; la conversación siguió unos minutos mas sin ningún contenido memorable, pero conseguimos esa entrevista, y mientras una linda secretaria nos acompañaba, nosotros le agradecíamos a nuestras mentes el estar lucidas.

Sin embargo, en ese mismísimo instante, en los dominios indomables de la naturaleza: Las nubes competían con el viento para ver quien hacia el día mas olvidable, un cielo gris y un termómetro cabisbajo señalaban lo poco que le importábamos al clima... y nosotros preparándonos para luchar una vez mas en un campo de batalla que ya no nos era tan desconocido, pero igual nos ponía nerviosos, “siempre unidos, siempre hacia adelante, tus ideales en una mano, tu corazón en la otra… y el fuego de tu alma quemando tus ojos y tus palabras!!!!.

Hola como les va? mi nombre es May; Encantados, un gusto, muy linda la clínica; Gracias, es una empresa familiar, mi mama es la dueña y mi tio se encarga de la contabilidad; Ha que bueno... Y asi hablamos como por una hora de cosas que no llegaban a ningún lado, nos pasamos los teléfonos y quedamos en una entrevista que nunca se concretaría. Por el simple hecho de que la aventura no debía terminar ahí, debía seguir, quedaban pensamientos por descubrir y luchas por ganar, no era nuestro lugar, era simplemente pasar por la ciudad, dejar una huella invisible y seguir hasta chocar con la pared, con el fin del mundo, con concretar nuestros sueños para tener unos nuevos.

Pero aunque ustedes no lo crean y yo trate de hacerles este relato lo mas increíble hasta donde mi vocabulario callejero y medio inventativo me lo permite, esto no era lo mejor de Madryn… lo mas interesante no pasaba sobre el suelo firme, si no que ocurria en otra dimensión, en un mundo ajeno a los pulmones, a la sed, al viento y la suciedad. Ahí en ese lugar, se encontraban las criaturas mas extrañas jamás vistas por mis ojos, las veíamos a lo lejos, empezábamos a conocerlas, a admirar y a imaginar que llegan a medir hasta 18 metros de largo y pesan varias toneladas, y sin embargo se mueven como ballenas en el agua (porque se mueven solo como ellas, no existe un aforismo para compararlas, no hay animales de varias toneladas sobre la tierra que salten metros de altura, o se muevan a altas velocidades sin tener piernas!!!... no es como comparar a Messi y decir que se mueve en la cancha como pez en el agua, Me entienden?.

Mama? que hacen esos tres chicos corriendo por la playa como desaforados hacia nosotros, se van a lastimar y les va a dar frio si entran al agua, aparte no tienen aletas y son bastante fieros… y flacos (todo esto en idioma ballenil, no conozco su lenguaje con exactitud, pero es muy probable que existan estas palabras en su alfabeto); No te preocupes hijo mio hermoso, esos chicos que los ves correr de un lado para otro, saltando, haciendo gestos con sus manos para que nosotros saltemos, solo están contentos por vernos; Y por qué?; Esa es algo que siempre nos preguntamos cada vez que venimos a estos lugares, pero nunca lo sabremos, lo mejor es que sigamos haciendo nuestra vida y no le demos pelota; Bueno Ma, puedo ir y saltar sobre el agua unas tres veces; Por supollo mi chiquitín juguetón, andá y disfrutá.

Suponemos que las ballenas estaban diciendo eso, por lo menos es lo que nosotros diríamos estando en su situación. Que mas les puedo decir, nuestro primer día en El Doradillo fue mágico, es como si hubiera durado 100 hs, el tiempo no existía, el viento, las nubes, las cenizas, todo eso solo hacían del día un momento aún mas espectacular. Pero bueno, en algún momento había que volver. Aparte era tarde, el viento empezaba a soplar con todas sus fuerzas y lo peor es que generaba una atmosfera densa, oscura y gris junto con las cenizas volcánicas, que a esa hora estaban ocupando la mayor parte de nuestra inspiración, pero no de nuestra espiración, por lo tanto el momento de volver a casa era ese, no podíamos hacer nada contra la naturaleza, que nos mostraba su peor cara y nos invitaba a retirarnos a nuestra humilde morada. Y emprendimos la vuelta a casa...

Ya en lo de Juli, cansados después de un día agitado y de muchas emociones, esperando que se haga la hora de comer, calentitos, resguardados del viento y las cenizas, abrigados, charlando de lo lindo que fue el tiempo que pasamos juntos y de estar mas tranquilos ya… esperen un momento… esto no fue lo que pasó… ahora que lo pienso, vienen a mi mente imágenes confusas en las cuales algunos de nosotros tuvo una de las ideas mas brillantes en uno de los entornos de mayor oscuridad jamas vividos por nuestras mentes… en un instante mientras volvíamos, decidimos ir a pescar calamares.

Claaaro!, ahora recuerdo… No estoy del todo seguro (cuando lo he estado?, el impulso me mueve), pero creo que fue un momento en el que nos dimos cuenta que los calamares se comen los huevos de los peces, por lo tanto, si esto ocurre disminuiría la población de estas aves del mar, y eso haría que los pescadores no pesquen tanto (valga la redundancia). Esto provocaría un impacto a nivel familiar muy grande, porque se separarían las familias de los pescadores por falta de sustento económico y los chicos crecerían en un hogar dividido por el dinero, lo que nos llevaba a pensar que estos infantes nunca pensarían que la gente esta junta por amor, y ese sería el comienzo del fin del amor en el mundo…

Algo había que hacer… ir a pescar calamares.

Asi que por lo tanto para resumir esta primera parte les voy a decir unas pocas cosas, el viento soplaba tan fuerte que nos tiraba la mesa, las cenizas del volcán griseaban nuestra piel y nuestro pelo; la temperatura era de unos 10° C y por supuesto, no teníamos la mas mínima, puta, zorruda idea de cómo usar una caña de pescar y mucho menos de pescar calamares, por lo que no pescamos ni siquiera un calamar viejo, senil, que apenas pudiera moverse, ni siquiera eso.

Preocupados hasta el día de hoy, el Juli nos mantiene informados sobre el amor en Puerto Madryn, por suerte hasta ahora no ha habido cambios y las familias se mantienen unidas, pero es un tema que nos preocupa por las noches a la hora de ir a acostarse.

domingo, 3 de julio de 2011

Atravesando la 25

Son las 8 de la mañana, el despertador empieza a querer despertarme, no lo va a lograr con tanta facilidad, lo apago, me doy vuelta y sigo durmiendo. Es una mañana fría en Esquel, la noche nos había impregnado la ropa con humo de cigarrillos y nuestra cabeza tenía los pocos recuerdos que te deja la cerveza. Si no fuera por el Leo (ese rebelde cauto que fue el único que no salió la noche anterior), capaz que todavía estaríamos en Esquel.

Pero no, había que levantarse, armar los bolsos, cargar el auto, desayunar, revisar que no quedara nada, pagarle al señor de la cabaña, llamar a defensa civil; Hola, buen día; Defensa civil, buen día; Si, te quería hacer una consulta; Como no, decime; Estamos por salir hacia Madryn, hay hielo en la ruta?; Para nada, está bellísima la ruta y el día, vayan tranquilos; Gracias, muy amable; Al contrario, es un placer. Termino de hablar y Javi me pregunta si estaba todo bien. Si man, démosle para adelante. Y el Ka, el albóndiga gris, partió una vez más hacia un camino que ya estaba hecho, pero que para nosotros no existía hasta ese momento.


Hablando un poco de todo, más que todo de nada, salimos en busca de la RN 25, un camino que atraviesa todo el país a lo ancho a la altura de Chubut, algo increíble si se lo piensa. Imaginar que en la mañana uno esté bajo la imponente mirada de una montaña indiferente, una montaña que no te permite sentirte nunca a salvo de tus recuerdos, donde el silencio y el reto de la naturaleza resuena todo el tiempo en tus oídos y llega al alma. Yo creo que si uno es una persona que le debe mucho a su conciencia, la montaña no es el mejor lugar para pagarlo. Dia tras dia, hora tras hora, segundos tras segundos que no existen, la montaña nos recordará el porqué fuimos a parar ahí.


Y una vez más recorriendo la extensa tierra que es de todos y a su vez no le pertenece a nadie. Otra vez las nubes, las montañas, el asfalto y el Sol son nuestros compañeros ruteros. Que decirles del paisaje, uno lee en algún texto de interés geográfico y recibe la increíble noticia de que la estepa del Chubut es uno de los lugares más inhóspitos del planeta. Imaginen nuestra sorpresa, no porque estemos haciendo algo imposible, sino por el hecho de que en algún momento alguien trató de unir las montañas de Esquel con el mar del golfo nuevo, y lo hizo a través de tierras en donde solo los reptiles mas grandes de la historia de la naturaleza pueden haber sobrevivido. Montañas de todos colores, plantas que se burlan del viento mientras el viento las molesta por ser tan petisas. Arroyos escondidos, nubes a metros del suelo, como si el cielo estuviera prohibido para ellas. El celeste imponente y el Sol majestuoso en las alturas.


Después de varios kilómetros desérticos, aparece el rio Chubut, como haciendo una curva peligrosa evita chocar con la ruta, asi se presenta ante nuestros ojos. Uno ve esa agua tan transparente y fresca y su primer anhelo es bañarse. Uno sale del auto y su primer pensamiento es volver adentro. El viento y las bajas temperaturas detienen nuestros deseos de aunque sea mojarnos las patas. De todas formas nos bajamos en una formación rocosa a orillas del rio y nuestro sentido de explorar una vez mas conquisto nuestras acciones, y cada uno se perdió por unos minutos. Nos separamos y nos fuimos a explorar este pequeñito pedazo de tierra inhóspita. Es inútil contarles que pasó por nuestras mentes, eso ya quedó en ese lugar. Habremos estado una media hora caminando, saltando, corriendo, tirando piedras, escalando, siendo primitivos en nuestras acciones y a la vez reencontrándonos con la soledad del alma, nuestra y de la de todos los que pasaron por ese lugar.


Hora de seguir viaje. El Ka en marcha, Madryn hacia el este. Un par de estaciones más adelante cambio de conductor. El auto va muy bien, tiembla un poco a los 120 km/h pero es por las valijas. Buen tiempo, si seguimos asi llegamos a la casa del July a las 19. Ruido extraño en lado derecho del auto, paramos a un costado de la ruta, nos bajamos con la certeza de lo que íbamos a encontrar. Y asi fue. Cubierta trasera derecha hecha trapitos de caucho inservible. La cambiamos sin mas problemas, pero el problema es que la delantera izquierda tiene algunas pequeñas rajaduras que vaticinan un final similar a su hermana anteriormente cambiada. La única solución posible era que en Las Plumas (un pueblito a 60 km de distancia) hubiera una gomería abierta. Ese era nuestro próximo destino. Velocidad: 60 km/h.


Y asi fue como a eso de las 18 llegamos a un pueblo de 800 habitantes, olvidado por cualquiera que alguna vez pasó por ahí. Pero por suerte la suerte siguió de nuestro lado. Y encontramos a Oscar, el gomero del pueblo, quien antes trabajaba para el que ahora es dueño del negocio de las cubiertas del pueblo, quien después de un tiempo de ser el jefe de Oscar decidió cerrar la gomería. Esto le permitió a Oscar poder abrirse su propia gomería. Habremos estado algo mas de una hora en Las Plumas. Podríamos haber estado menos, pero era un domingo en Las Plumas, un lugar donde la siesta se extiende hasta pasadas las 6 de la tarde. Ya con una cubierta usada a la que le pusimos una cámara, un auxilio que poco de auxilio tenía, retomamos la 25. Pero esta vez, por la noche y por el hecho de que nuestras cubiertas no eran para nada confiables, la velocidad nunca superó los 90 km/h.


Noche, oscuridad, noche, oscuridad. Es todo lo que les puedo decir de la estepa chubutense a partir de Las Plumas. Eso fue lo que vivimos por mas de dos horas, DOS LARGAS HORAS…


Llegamos a Trelew, la ciudad de las rotondas inexistentes, no vimos una sola en toda la ciudad, pero todo el mundo nos hablaba de rotondas como si fueran tan abundantes como las estrellas en el cielo. Y después de tanto dar vueltas pudimos agarrar la RN 3, y Madryn se encontraba a solo 50 km de distancia, eran las 22, llegaríamos a eso de las 23. Si contamos el hecho de que supuestamente íbamos a llegar a las 7 de la tarde pero afrontando la realidad de que nunca llegamos a una ciudad antes de las 10 de la noche, estábamos bien.


Y después de 45 minutos agotadores e impacientes, Madryn apareció ante nuestros ojos, y el mar, las ballenas, el Juli, Alto Baden, la carga social y otros personajes nos esperaban, pero eso es otra historia...

lunes, 13 de junio de 2011





Sábado, 4 de junio del 2011.

Atrás quedó el negro Roldán, Rosa, y algunos otros personajes un poco siniestros. Bariloche a nuestras espaldas, Esquel hacia abajo, y entre los dos las rutas 258 primero y la 40 después. A mitad de un camino lleno de lagunas de nubes, montañas flotantes y peligro de hielo está el Bolsón. Una comunidad en donde parece que todavía no llegó la masividad; no nos quedamos mucho más de unos escasos minutos, y después de unas empanadas que por arte de magia se transformaron en tarta de verduras, seguimos viaje.

Parecía que de un momento a otro una tormenta catastrófica nos alcanzaría, pero una vez más el clima se puso la camiseta del viaje. El cielo se despejó, el Sol iluminó y el cuenta-kilómetros empezó a hacer su trabajo.

Así que aquí estábamos una vez más los cuatro, yendo a un destino que todavía no estaba escrito. Fueron pasando los metros de a mil y Esquel cada vez más cerca, con la promesa de un corderito a las llamas. Qué decir del camino, simplemente perfecto, montañas hermanas de nuestra cordillera, pero más petisas y con algunos árboles, nubes jugando con el Sol a las escondidas y la sombra del Albóndiga sobre el costado de la ruta. Era uno más del paisaje, uno más de nosotros, es nuestra casa por esos largos tramos.


Seis de la tarde, empieza a aparecer Esquel, un pueblo estampado en la montaña, destinado a vivir lejos de la ciudad, con la condición de vivir siempre en el frio. Encontramos una linda cabañita que sería nuestro hogar por una noche y partimos a cumplir nuestra promesa.

Al primer lugar que entramos, algún despreocupado del frio nos quiso vender algo de grasa de primera, y después de unas idas y vueltas… una carnicería nos vetó de por vida. Fuimos a una segunda, de la que escapamos sin siquiera decir hola. La tercera fue la vencida, aunque maso; en vez de cordero tenían capón, la diferencia se siente al comerlo. La preparación fue lo más interesante…


Nota aparte: mientras nos disponíamos a preparar el capón, una lluvia de mensajes y llamadas empaparon nuestros celulares. El volcán Puyehue había hecho erupción. Bariloche estaba cubierto de cenizas! La suerte una vez más estuvo de nuestro lado, partimos al mediodía de San Carlos y a las cinco de la tarde el susodicho cerro explosivo decidió compartir su desdicha con todo lo que lo rodeaba. Estábamos bien, habíamos escapado a tiempo. Unos llamados nos confirmaron que nuestros nuevos amigos en Bariloche también estaban bien. A seguir con el capón…

La primera complicación, el pincho es muy corto; Que lo atemos a la parrilla; Que necesito alambre. El pobre capón terminó con un pincho atravesado, atado a la parrilla…y con alambre. Fuego prendido, costillas en su lugar, nubes también. Lluvia en Esquel, fría, mojada, molestando a nuestro asado de cordero. Parecía que el horno iba a tener que tomar la posta, pero con un pedazo de cartón y nylon que cubre el equipaje, el cordero estaba a salvo… y nosotros también.


Y así pasó el tiempo una vez más, nosotros tres frente el fuego, el albóndiga detrás nuestro, la lluvia haciendo su parte y el recuerdo de tantos asados y juntadas con amigos que tan grabados están en nuestros corazones. Y la idea de seguir bajando, seguir viajando, seguir buscando recuerdos para contar a nuestro regreso, un regreso que todavía no se escribió, una aventura que recién empieza.


Ha! Me olvidaba, el capón tiene más grasa que un basurero de una clínica de liposucción, pero igual salió muy rico, gracias a las manos mágicas de nuestro asador…

viernes, 3 de junio de 2011

Una Historia de Villa


Villa la angostura, 30 de mayo del 2011.

Salió el sol y decidí salir, nos habíamos despertado un poco tarde y tomamos el desayuno a la hora en que todos o la mayoría está almorzando. Ya era hora ya era de respirar ese oxigeno que me parece no se consigue en todos lados, por lo menos no de donde vengo.

Llegué donde reposaba el Javi, un arbolpiedra que parece haber estado ahí desde siempre, o quizás desde antes de siempre, me senté por ahí cerca y esperé. Habré caminado unos trecientos o cuatrocientos metros, atrás mío quedó una cabaña en donde nada estaba hecho al azar. Se pensó hasta el último detalle; la chimenea celosa de su humo, generosa con su calor; los ventanales que pintaban al Nahuel todos los días de una forma distinta, nunca igual, nunca repetida, siempre maravillosa; es un hogar, nuestro hogar por el tiempo que estemos ahí y por el tiempo que lo recordemos.

Retomando, lo vi al Javi. Hola Javier; Todo bien vieja?; Si, hable con el doc; Si los escuché desde acá; En serio?; Si, y qué onda, qué dijo?; Que nos está esperando y quería saber por dónde andábamos y como estábamos; Huy! Buenísimo; Si de una. Después de esa breve charla cada uno retomó la discusión que parecía llevar con su adentro y no nos hablamos más. Unos minutos después Javi se levantó, levantó su mano y como quien dice vuelvo en un rato largo, hizo un firulete manístico y se alejó. Me quedé solo?


El viento empieza a cambiar de dirección y el Sol se refleja sobre un cristal esmerilado mientras algunas nubes lo custodiaban sobre un manto celeste. Estoy sentado sobre una piedra que de cómoda no tiene nada pero no me importa, aun así tengo que agacharme para ver las montañas que alguna vez estuvieron pintadas de blanco. Me agacho porque el árbolpiedra me tapa la visión directa con una de sus ramas.

El lago comienza agitarse; se me viene a la mente alguna melodía épica, llena de aventureros y conquistas, luchas medievales, espadas y honor, flechas y traición. Y de repente, como si la superficie del agua empezara a hervir, se abre un hueco y de las profundidades del lago emerge lo que a lo lejos parece ser un hombre sobre un caballo. El brillo que brota de la figura misteriosa enceguece mis ojos mientras se acerca galopando o nadando sobre el agua. Me quedo inmóvil, sentado sobre mi piedra, no estoy asustado. Se detiene en la orilla.

Parece ser un hombre alguna vez muy importante, ahora olvidado. Tiene una armadura brillante, hecha de piedras preciosas, monta un caballo con forma de equino, pero tiene aletas en vez de patas y su color no se diferencia del agua. Me mira, sus ojos están tristes, perece que llora, yo lo miro a los ojos, me levanto y comienzo a acercarme lentamente, sigo tranquilo, no estoy asustado, debe medir unos dos metros de alto, con una espalda ancha pero cansada. No hablamos, no intentamos decir ni hacer ningún sonido, probablemente no nos entendamos. Él está solo en este mundo, se lo nota viejo, cansado, sus largos mechones blancos comienzan a brillar mientras empieza a desvanecerse sobre la orilla. Lentamente se va haciendo menos tangible y más ausente. Me acerco aún más y estiro mi mano pero ya es tarde. Ha desaparecido.


No tengo miedo, estoy triste. No sé cómo recordarlo, cuál era su nombre, si es que acaso tenía uno. Me pregunto si lo que vi fue real, no lo fue (me convenzo), estoy cansado, ha sido un viaje largo, tanta naturaleza me está volviendo loco. Pero estoy seguro de lo que vi hace unos instantes.

El agua sigue agitada, el Sol en lo alto sigue brillando, pereciera que con más fuerza, el aire no es el mismo, empiezo a sentir murmullos, los siento pero no los escucho. Miro a mi alrededor, empiezo a notar como si los árboles me desafiaran, están sobre mí. Me estaré volviendo loco? Empiezo a sentir que no pertenezco a este lugar, que los árboles, el agua, las montañas, el Sol, El Sol! No me quieren aquí. No sé qué hacer, empiezo a desesperar, un impulso siniestro hace que me arranque toda mi ropa, quedo completamente desnudo. Estoy parado, desnudo de pies a cabeza, no siento el frio, estoy parado frente a ellos; Qué quieren de mí!!! El viento golpea mi cuerpo y entonces agarro una piedra y la arrojo contra unos árboles con todas mi fuerzas. Siento que golpea y en ese momento exacto algo golpea mi brazo, caigo al suelo, mi hombro tiene la marca de la piedra que arrojé. Desconcertado, adolorido, desesperado empiezo a golpear el suelo, las piedras, y ahora es mi espalda la que recibe los golpes. Cansado me desplomo, mi cara da contra una piedra y golpeo mi nariz. No sangra, pero unas gotas de lluvia mojan mi cabeza, están calientes, miro al cielo y está despejado… me quedo quieto por un momento… me arrodillo… lentamente me levanto… estoy quieto, estoy desnudo, no me muevo, pero siento movimiento… sigo inerte… no veo, no tengo frío…

Un dolor desgarrador! Miro mi pecho, está abierto, de este brota un líquido negro desde lo profundo de mi ser, mis ojos no distinguen nada, estoy llorando, estoy agotado, mis piernas se quiebran como si fueran de madera vieja, el líquido que hasta hace un momento salía de mi pecho empieza a quemar mi piel, estoy muriendo…

Siento unos pasos que se acercan con dificultad, abro los ojos y veo al caballero con su armadura brillante caminar hacia mi persona que yace en el frio suelo a orillas del lago. Me mira con indiferencia, con sus cansados brazos me gira bruscamente, estoy boca arriba, quiero defenderme pero no puedo mover un solo músculo de mi cuerpo. Mete su mano en mi pecho y sin perder un solo segundo arranca mi corazón. Lo veo desde el suelo, está podrido, despide un olor asqueroso.

Lo levanta y murmulla unas palabras que no entiendo y mi corazón empieza a arder rápidamente. Las cenizas que se van formando empiezan a viajar con el viento que empieza a soplar más y más fuerte. Empiezo a perder la conciencia, mi cuerpo empieza a enfriarse, no siento vida dentro de mi ser, estoy muriendo. Con mis últimas fuerzas veo al caballero tomar una piedra filosa del suelo, me mira por última vez y se la clava en el pecho, sus ojos lloran de dolor, pero no grita, no dice nada; muero, me desfallezco; quiero ayudarlo, levantarme, preguntarle mil cosas. Ya nada importa, los dos estamos muriendo y nada va a cambiar eso.



Una bocanada de aire fresco hace que me despierte, abro mis ojos, lentamente la luz se va haciendo más tenue y empiezo a distinguir a mi alrededor. Muevo mis manos, mis piernas. Logro levantarme con mucho esfuerzo, mi cuerpo arde de dolor y siento mi pecho a punto de estallar.

El caballero yace sobre el suelo, está boca arriba, sus labios dibujan una sonrisa y sus ojos están serenos. Está muerto, pero lo veo tranquilo y feliz. Su pecho está abierto, miro dentro, está vacío.

Ya no siento dolor, no siento desesperación ni tristeza. Todo lo que ahora me rodea ya no me desafía, siento que soy uno solo con este lugar.


Empiezo a correr con todos mis fuerzas, a donde sea que valla ya nunca más me alejaré de aquí.

martes, 31 de mayo de 2011

Para adelante. Hacia el sur es para adelante. Hacia abajo. Dejarse caer es para
adelante. Ahí donde termina el continente es donde se inicia. Desde abajo es desde donde se empieza. Hacia allá vamos.

Somos 3. Leo, Juampi y Javi. O Gabi, Pablito y Ricardo, si la historia hubiera empezado por otro lado. Vamos en el Ka, alias "La albóndiga". Tiene dos valijas en el techo, el baúl repleto y un asiento de atrás también. Después venimos nosotros, tres chicos siguen siendo hijos, hermanos, amigos. Nos gusta el fútbol, el asado, el mate, el hogar. La albóndiga nos lleva, y nosotros los llevamos a ustedes.

Se dirá que nos cuesta aceptar responsabilidades, que no queremos crecer, hasta que sólo estamos huyendo para no afrontar lo que se viene. Y debe ser cierto, ¿pero quién no está huyendo de algo? Hacemos esto porque se nos hace difícil aceptar cosas sin hacernos preguntas, sin dudar. Nos intriga saber qué hay más allá de lo que vemos. Pero sobre todo lo hacemos porque gracias a nuestras familias podemos. No es fácil, también se requiere coraje para saltar. Nos dieron el título de médico, ahora nos toca descubrir qué significa eso. Prometemos tomar esta travesura con total responsabilidad.

El Viaje.

Salimos el domingo 22/5 a primera hora hacia Neuquén, nuestra primer parada. Una semana antes, cuando delieneamos el plan, era el objetivo. Atrás había quedado las vacaciones, el global, las dudas, el Juramento Hipocrático, las peleas, el intento fallido de Leo en Mar del Plata, el exámen en Mendoza, los intentos fallidos para planear el viaje, los intentos fallidos de fotos para el curriculum, los intentos fallidos de Curriculum Vitae, las despedidas. Ese era el plan y hoy, después de una semana de empezado el viaje, suena irrisorio. Primero porque el domingo iba a ser imposible, yo estaba en Buenos Aires y debía hacer firmar mi título en el rectorado y para eso iba a necesitar un día hábil, habría que pasarlo para el lunes. Pero el miércoles era feriado, ¿qué sentido tenía buscar trabajo en un lugar en un día feriado? Iba a ser el martes, y antes de Neuquén íbamos a pasar por San Rafael, era el cumpleaños de Marti, una de las sobrinas de Leo, íbamos a verla y el miércoles Neuquén.

Mañana a las 11 salimos, era el nuevo plan, lunes a las 3 de la mañana después de unas pizzas en casa y despedida. Casi puntuales, martes a las 6 de la tarde estábamos despidiéndonos de Mendoza. Lo peor de las despedidas es que uno no sabe lo que viene, lo seguro es la partida, el viaje de regreso y el reencuentro, no.
La albóndiga llena, demasiado equipaje, sanguchitos de almuerzo que fueron media tard
e, los tres gorditos saludando en la vereda, los padres de leo diciendo hasta pronto.

Mendoza se nos iba por el acceso, San Rafael nos daba la bienvenida con un asado, vino, ferné, ducha y cariño. Reacomodo del equipaje, no vamos a necesitar tanta yerba y 3 mates, ni esa mochila ni esas bolsas. Seguía siendo demasiado equipaje. Pero ahora más parejo. Pao, Diego, Tony y las chicas nos trataron como si estuviésemos volviendo de la Antártida.
Más cómodos, más mimados y más gorditos salimos para Neuquén el miércoles al medidodía. Y ahí empezamos a recorrer las rutas. El desierto también quedó atrás y llegamos a Neuquén, de noche.

Paseo por los principales puntos turísticos de la city: plaza de la bandera, mirador, monumento a San Martín, cerveza en el Río Grande. Otra vez en el Limay. Nos esperaba Ceci, Mati y Anita con unas pizzas que según cuentan amasó y cocinó Ceci, aunque no pudimos corroborarlo. Otra vez en la ciudad que me vio crecer, aunque ya no sea la misma. Muchas sensaciones y cosas al andar de vuelta por esas calles, que me las guardo para mí. No conozco a nadie, nadie me conoce, todo está distinto ciudad de Neuquén, diría don Marcelo. Ahora voy entendiendo...

Pantalón de vestir, camisa, zapatos, ruta 22, café con medialunas en cipo, Cinco Saltos, que acá vinimos a buscar trabajo y nos espera el doctor Galdano. ¿O era Gabaldo? Pero en el mail decía Oscar Lillo. ¿Para a dónde para el Sanatorio del Sindicato de Industrias Químicas? Qué despacio que se maneja en los pueblos, qué lindo. Bocinazo. Andá a comprate un auto pendejo, ¿quién te pensás que sos? Ahí está el Sanatorio. ¡Seguí de largo! Que acá vinimos a buscar trabajo, vamos a hablar con el doctor. Hola doctor de ambo amarillo, ¿cómo le va? Qué tranqui la guardia. 30 pacientes en 24 horas, una internación. Vengan que les muestro el sanatorio, acá se hace la recepción del recién nacido, acá va a ser la terapia intensiva, estos son los consultorios externos. Yo hay dos cosas que no negocio: una las llegadas tarde y otra las faltas. Necesito 7 médicos, uno por día de la semana. Acá la guardia se paga poco pero se paga en efectivo antes de irte a tu casa. Y después podés hacer consultorio externo, si pedís para el día del doctor Urbano vas a tener pacientes siempre. Una chica que se vino de Corrientes con la hija hace ocho meses que está y ya se amobló todo el departamento, vino con dos valijas, yo la fui a buscar a la terminal. Pero vino a laburar, no de joda. Acá no tenés techo. Que acá la salud pública está muy mal. Que cuando te salpica la mierda te lo podés limpiar, pero el olor te queda. Bueno doctor, vamos a pensarlo y la semana que viene le avisamos, muchas gracias.

Y se nos fue la tarde. Nuestra primer entrevista de trabajo fue reveladora, aunque no fuéramos a aceptarlo nos tocó por suerte hablar con un médico sin cassette y experimentado, aprendimos mucho.

A la noche asado en la chacra de don José, que tiene vacas y gallinas y pollos y nos está esperando. Don José, el padre de Ceci, tiene una chacra en vista alegre. También vino mi amigo Juampi, hicimos las compras en La Anónima y nos fuimos. Ya nos estaba esperando Don José con el fuego prendido y empanadas. Otra vez vino y ferné, y asado. A Juampi esta vez el cuerpo no lo acompañó y estuvo tomando tecito y descansando. Estaba fresco pa chomba, y en Neuquén también. Por suerte esta noche Ceci, a quien le habíamos usurpado el departamento, nos arregló el tema del agua caliente, el caloventor y la falta de fuego, necesidades básicas insatisfechas la noche anterior.


Tantos recuerdo se tejen, van, vuelven, como ráfagas, realidades paralelas que no pueden escapar del tiempo y se siguen tejiendo, yendo, viniendo. Amistades que quedan para siempre atadas con un hilo invisible aunque seamos más viejos y distintos. Algo nos une y no es solamente un pasado juntos. Mi vuelta a Neuquén después de tanto tiempo fue hermosa, aunque como suele suceder, demasiado corta. Otra vez dejando amigos queridos detrás, subiendo
al Ka que se convierte en un DeLorean, una máquina del tiempo. Cuando volvamos a encontrarnos seremos los mismos pero más viejos. Amigos viejos, viejos amigos. Gracias por todo, hasta la próxima.
Y de Neuquén a San Martín, con escala en El Chocón. Salimos un poco más tarde de lo planeado, hubo que devolverle las llaves del departamento a ceci. Dos veces. Porque también hubo que volver a por un reloj olvidado sobre la mesada. Directo al Chocón. Si no fuera por los compañeros de la UOCRA, que nos obligaron a tomar un desvió por caminos desérticos para llegar a Senillosa. Gracias al personal policial por las indicaciones. Si era tarde, ahora más tarde. Y todavía quedaba El Chocón y sus Dinosaurios. Un tour completo, sanguchitos del asado de ayer en la boca del sapo, visita al museo y al Giganotosaurus, nos esperaban las huellas petrificadas antes de San Martín. Los chicos, creo, hubieran preferido que fueran más emocionantes. Pero es lo que había, y así se nos fue El Chocón. Después vino Piedra del Águila, después Confluencia y después Junín de los Andes. Ya llovía, ya era de noche, ya había que llegar.




Y entre la lluvia y la noche llegamos al camping del ACA en San Martín, más tarde que temprano. Para nuestra sorpresa, el plan A había fracasado. Estaba cerrado. Gracias a Dios. Armar una carpa en ese momento hubiera sido un castigo más que una bienvenida. Y así salimos a buscar algún alojamiento amigo, bueno, bonito, barato. Una hora después estábamos por perder las esperanzas. Que ya es tarde, que no puedo por ese precio, que no tengo lugar, que no hay estacionamiento. Y apareció Iván, el recepcionista de un hotel que nos hizo una oferta irresistible: desayuno, cochera y el mejor precio hasta el momento. Nos escupimos la mano y cerramos trato, era un ofertón de día. A las 12 de la noche era una bendición. Ya estábamos instalados, al día siguiente iríamos a entregar curriculum a todas las clínicas y hospitales, y después a pasear.

Patear la calle nos llevó una hora, aproximadamente. Después de visitar la cuarta clínica y confirmar que los jefes y directivos no trabajan los sábados y de dejar CV nos habíamos quedado sin más que hacer. Asi que decidimos hacer una excursión a Quila Quina, comunidad mapuche Curruhuinca, a la orilla del Lácar.



Villa la Angostura - 30 de Mayo

Hoy dormimos hasta tarde. Hoy leo se despertó más temprano y fue a buscar leña para el hogar. Y después se encargó del fuego y después tomamos café con leche que hizo juampi y después me vine a la orilla del lago a escuchar música y empezar a contarles lo que está pasando por acá. Porque uno llega a un lugar como este y no se pregunta por qué, pero uno quiere hacer lo que se le da la gana. y en realidad uno no puede hacer otra cosa que hacer lo que dicta lo que rodea. pasa en las ciudades y pasa acá también. Comprenderlo lleva su tiempo, pero no vamos a hacernos tantas preguntas, me voy a dejar llevar por la brisa que llega desde el lago.
Acá estoy, en uno de los primeros momentos de relax, mirando y pensando para adentro. Llegamos ayer después de pasear por los siete lagos y conocer lugares increíbles, como vi
lla Traful, uno de esos lugares que parecen otro mundo.

Salimos de San Martín con un poco de modorra, el sábado tomamos unas cervezas que nos dieron un poco más de sueño que lo habitual, o quizás haya sido el alcohol barato del trago. Honestamente no tomamos mucho, pero la resaca fue terrible. Al mediodía habíamos empacado todo, leo se hizo cargo de las compras y con juampi nos hicimos cargo de cargar el auto.
Un día espectacular nos estaba esperando para que paseemos por los siete lagos. Listo el asado, los chori y las verduras, sólo quedaba partir. No descubrimos la pólvora si decimos que el camino es increíble, pero sí notamos que esta época del año debe ser la mejor para recorrerlo: el verde, amarillo, marrón, rojo, negro, azul. Infinitas tonalidades resumidas en tan pocos colores parece casi sospechoso, alguien nos está ocultando algo al no inventar más adjetivos.
Los bosques, subidas, bajadas, lagos, todo parece un gran parque de diversiones, o una película, no sé.



El viernes habíamos estado en Quila Quina y fue realmente abrumador ver semejantes paisajes. Habíamos pasado una tarde de esas que no hace falta hacer nada para pasar un gran momento. Amortizamos el lugar que ocupa la mesa de camping en el equipaje esa misma tarde, una sola picada y un vino a la orilla del Lácar bastó para decir "valió la pena". Menos de 100 km hasta acá, pero un universo de bosques, pájaros, agua, curvas, contracurvas y el Ka parecía un lugareño llevandonos a pasear a los lugares más lindos. Parada en el Falkner, que bien podría llamarse espejo. Belleza, ni una gota de viento y las montañas estaban por duplicado.

Seguimos y agradecimos el trayecto no asfaltado de la ruta, el asfalto te separa de la tierra cuando en realidad esos bosques y esos coihues enormes parecieran invitarte a estar en contacto.

Desvío a Villa Traful, algo que no conocía y que me pareció de lo más hermoso que he visto. Primero hay que pasar unas montañas, para llegar a un valle y después, como un embudo, ver todos los arroyos que van a terminar en el Lago Traful. Paramos en el arroyo Pedrogoso,
pic nic con lo que quedaba de salame, jamón, chorizo colorado, salamin y pan de Quila Quina. Ruidosas las piedras, pero más que quejándose parecían estar cantando. Y después seguir por ese bosque de coihues orillando el lago, ya no importaba qué hora era ni a qué hora íbamos a llegar a Villa, importaba el momento, que era hermoso. Y después la vuelta, Lago Correntoso, Rio Ruca Malén, Lago Espejo, noche. Y sobre todo frío. ¿¿Carpa?? Llegamos a Villa, finalmente y de repente uno se empezó a preocupar. "¿Cómo vamos a hacer si la leña está mojada?" "Va a estar fresco para comer el asado afuera".
Ni hablar para dormir. Unos cinco minutos de estrés hasta que llegamos al camping, no se veía a nadie. Hasta que apareció Nico, de unos 35, trabajaba en el comedor universitario y lo mandaron para acá con su familia y está desde enero. El encargado del camping, apareció sobre un caballo su hija y al lado su mujer. Una corta negociación y por un módico precio conseguimos cabaña con vista al lago. Otro favor más que le debemos a algo o alguien que nos quiere mucho y está haciendo que todo nos salga bien.


Hogar, dulce hogar. Hogar a leña, ventanal pegado al lago, calefacción, frazadas. Fuego, asado increíble que hizo leo de principio a fin, risas, felicidad. Dormirse al calor del hogar. Amanecer en este paraíso. Salir al Nahuel Huapi a escribir. Llamada de Rio Grande, donde nos esperan en unos 15 días, todo marcha sobre ruedas, sobre las ruedas del Ka.
Y la brisa y las nubes, que se van yendo porque llegó Juampi con una taza de té, y el sol no se lo quería perder. Leo estará por allá arriba, haciendo vaya uno a saber qué.

Y sigo acá, preguntándome por qué estoy tan cómo haciendo lo que se me da la gana. Gracias a nuestras familias lo podemos hacer, esto es sólo una foto del viaje que no termina nunca, que tiene una parada más al sur pero no sabemos cómo seguirá.


Y me sigo preguntando si estará bien, si estará mal, qué es lo correcto, si existe lo correcto, si existe lo incorrecto. Algo me hace sentir esta extraña armonía de hacer lo que me está pidiendo el lugar y el momento. Y aunque sea sólo por hoy, esto es lo correcto. Y miro al lago y a los árboles y a las montañas y a las nubes y al cielo y al sol. No parecen estarse preguntando nada. El Nahuel Huapi no parece intrigado y deja que el viento le sacuda la superficie, en algunos lugares más que en otros, está esa parte calma que deja reflejar la luz que lo toca y al mismo tiempo deja verse hasta el fondo. Está esa otra parte que parece inquieta y confundida y pierde la transparencia.

¿Qué sería del lago si se opusiera a que la brisa lo toque? Ojo, que se forman olas que después chocan contra piedras que hacen ruido y que después salpican piedras que están más lejos. Sabio el lago, sabe que esas gotas van a ser nube y después van a volver a ser gotas para volver a ser lago.