sábado, 10 de diciembre de 2011

Una isla mamera

Hace ya un tiempo que pasó lo que les voy a contar, si bien los detalles del paisaje no los voy a poder describir con la máxima precisión (aunque reconozco que para describir cosas concretas nunca fui muy bueno) lo que si trataré de mostrarles, es lo que sentimos ese miércoles, empezando por esa mañana en la que emprendimos el viaje hacia Península Valdés.

La verdad es que ni me acuerdo de cuando nos levantamos, muy temprano no salimos, y que desayunamos unos mates en el auto, eso es seguro; porque siempre se nos hacía tarde y teníamos que salir a las apuradas, con un Leo esperando en el auto por lo menos unos diez minutos.  El tema es que cuando nos decidíamos a salir con el Javi, el Leito tenía la necesidad o recordaba que algo había dejado de recordar y se bajaba del auto y eran otros cinco minutos mas de retraso. Les vuelvo a repetir, no se si paso esto, pero esto es lo que pasa, asi que probablemente fue algo similar.
Y para que repetir lo que ya todos saben? el Ka, Sol, la ruta 3, y el sentimiento de aventura en nuestro corazón, que ya para ese tiempo era un corazón, la causalidad nos había juntado, la ruta nos había unido; la ruta… esa línea eterna sobre nuestros pies, que se deslizaba por debajo del Ka a medida que el tiempo volvia sobre sus pasos.
Pasaban los minutos, y la sensación de entrar a una isla que no quería desprenderse de su tierra nos emocionaba, así como seguir pagando tal si fuéramos estudiantes una entrada a una tierra inhóspita, y el istmo Ameghino, que nos mostraba el mar de uno y otro lado. Yo miraba a la izquierda y había mar, mirábamos a la derecha y había mar, mirábamos hacia adelante o atrás y había tierra, mirábamos para arriba y estaba el techo del auto, mirábamos para abajo y estaba el piso del auto, miraba el espejo y estaba yo, asi que todo estaba bien y seguimos viaje.
Nuestra primera parada, fue a los diez años mas o menos, cuando la testosterona empezaba a subir en nuestra sangre y bueno, ya el mirar una linda chica producía cosas lindas en nuestro cuerpo. Pero volviendo al viaje, nos detuvimos a almorzar en Puerto Pirámide, lamentablemente nunca suspiramos al ver la pirámide que le da el nombre, hasta el día de hoy dudamos de que exista, pero el Juli dice que está ahí... será. Y comimos una picadita, acompañada de un vinito y el mar, abrazándonos con su azul marino, el Sol calentando nuestras ideas, el viento borrando nuestras preocupaciones, y la playa esperándonos para jugar un fulbito. Después les contare lo que podría haber sido nuestra vida de haber sido egoístas.
Qué lindo seria que vieran lo que mis ojos vieron, ustedes que leen esto y yo que escribo, se pierde mucho del sentimiento, se gana en imaginación, pero las palabras no alcanzan cuando el sentimiento de felicidad y libertad sobrepasa el volumen de tu pecho, porque eso era, era la libertad de ir hacia donde quisiéramos, nosotros decidíamos nuestro camino; Quiero ir a Punta Delgada; Joya, vamo noma´. Y el Ka obedecía nuestras ordenes; Huu mira, un faro, saquemos una fotaza; Dale, pero primero bajemos al mirador, asi vemos los lobos marinos, y los pingüinos; Mmm, no se si hay pingüinos acá; Bueno, capaz que si, que se yo, bajemos por las dudas; No, obvio. Pero a lo lejos se escuchaba un jadeo, unos pasos esforzados por el ritmo, y una voz, no en el teléfono, si no en un cuerpo deformado por los asados y la falta de peluquería; E(ee)pa!, muchachos, a donde van?; queríamos bajar a ver los lobos marinos; Y ver si hay pingüinos; Mmm, no se si hay pingüinos; Bueno bajemos a ver; No chicos, no pueden bajar, es propiedad privada; Huy en serio? (pensamientos que pueden afectar la sensibilidad de algunas personas) Podemos por lo menos tomarnos una foto en el faro; Si, pero después se tienen que ir… (Pensamientos que pueden afectar la sensibilidad de algunas personas). Nos sacamos las fotos y nos fuimos, y nunca supimos si ahí abajo había pingüinos.
Seguimos viaje hacia Valdés, en ese lugar si pudimos bajar, y vimos lobos marinos, gritando, arrastrándose, mostrando toda su humanidad, ahí tirados sin nada que hacer, matando el tiempo hasta que les dieran ganas de aparearse y comer, en otras palabras, disfrutando de la vida (aclaro que ese lugar también era privado, pero nadie nos quiso detener). No vimos pingüinos.
Íbamos a seguir viaje hacia otro mirador, que ahí si había pingüinos, pero se nos hacía tarde y no queríamos volver de noche, asi que emprendimos el viaje nuevamente hacia Puerto Pirámides, un pueblo de unos mil habitantes, pequeño, modesto, con una canchita de futbol, que tiene un centro de salud  en donde nos ofrecían trabajo para uno solo, asi como también nos ofrecieron lugar en Gan Gan y en Gastre, pueblos de la misma cantidad de habitantes que Puerto Pirámide. Por lo que si hubiéramos sido egoístas con nuestra amistad estaríamos cada uno en un pueblo alejado de la sociedad y de nosotros, menos mal que nos exigían residencia, si no capaz que la historia seria distinta.
Por supuesto que se hizo de noche y nosotros recién salíamos para Madryn, el viaje se hizo un poco mas largo de lo debido, porque era de noche y porque el camino es de ripio, y ni hablar de cuando un animal con la valentía de mil Stallone y la apariencia de un guanaco saltó muy cerca del auto, mas despacio aun. Pero por suerte el camino fue entretenido, descubrimos que entre poste y poste de luz hay unos 50 metros si mal no recuerdo, esto lo dedujimos porque el Javi sabía que entre línea y línea de asfalto hay unos diez metros, entonces mientras uno contaba las líneas el otro contaba los postes, y lo corroboramos viendo cuantos postes habían en cierto tiempo según la velocidad que llevábamos, de esa forma logramos descubrir el misterio de la distancia que hay entre los postes de luz. Y entre una apuesta perdida por ya no me acuerdo quien por una situación que ya no recuerdo y un fernet que el ganador nunca reclamó pero que en algún punto del viaje se tomó, llegamos al hogar que era nuestra casa por esos días…
El Sol se había ocultado hace ya un tiempo, los tres estábamos cansados pero la noche no terminó ahí, pero esa es otra historia, y mientras termino las líneas de lo que para mi fue Península Valdés, miro a mi alrededor, veo la estepa verde y austral de Rio Grande, sobre la ambulancia en el día internacional de la pesca con mosca, recordando las técnicas que me enseñó un tal Mortensen, técnicas que probablemente olvide antes de terminar este relato, no veo nada a mi alrededor que quiera detener nuestro avance, y me dan ganas de correr hasta caer sobre la arena de una playa un poco más cálida y quemarme bajo el Sol de un mundo que todavía no conozco, pero esa es otra aventura… 

sábado, 3 de diciembre de 2011

Una Historia sobre Ballenas

Era nuestro primer despertar en Madryn, el Juli nos había recibido en su gran hogar y el día prometía menos de lo que nos daría, el Puyehue estaba haciendo de las suyas y sus consecuencias llegaban hasta donde estábamos; pero a medida que pasaban las horas, arriba en lo alto, las cenizas se habían tomado un descanso, y el Sol, esa magnífica bola de gases incandescentes nos regalaba su mejor sonrisa. Cómo no venerarlo? si nos estaba ayudando a disfrutar de Bahía Grande; arena, mar, amor, calor, desimportancia por lo que sucediera a nuestro alrededor.

Sentados en la playa y evaluando la dirección de nuestro día, ya varias horas teníamos sin separarnos mas de tres metros entre nosotros. Quizás es por eso que alguno se fue a quemar calorías, otros se fueron dejar sus huellas en la arena, y el día se hacía cada vez mas noche, y la noche se hacía cada vez mas linda. Comimos alguna comida improvisada y nos tiramos a ver un hermoso paisaje de gaviotas y mar… por horas y horas; esperando que se hiciera la hora de ir al cine. La película que vimos nos dejó un claro mensaje de paz, al decidir no putear al Juliancito por habernos hecho ir. Y nuestro día termino en algún bar de Puerto Madryn acompañando el fin de una cerveza helada.

Que tal buen día?; Buen día!; Nos gustaría hablar con el director o directora de la clínica; Y cuál sería la razón muchachitos?; Si, somos tres médicos de Mendoza y nos gustaría ver si hay la posibilidad de tener una entrevista con el director o directora de la clínica; Haaa… qué lindo, de Mendoza? de que parte?; Del centro de Mendoza; Si, yo en realidad soy de Neuquén, pero estudié en Mendoza (esta última es una frase que el Javi decía cada vez que le preguntaban de donde era, con el tiempo no sabemos si se dio cuenta de que en realidad no era de Neuquén sino de Mendoza, o se cansó de dar explicaciones del porqué de su desarraigo y se encontraba ahora con nosotros, formando un este grupo que día a día iba tejiendo un destino desordenado y sin dirección cierta, pero dejó de decirlo-explicarlo); Haaa… que liiindo...blan blin blun; la conversación siguió unos minutos mas sin ningún contenido memorable, pero conseguimos esa entrevista, y mientras una linda secretaria nos acompañaba, nosotros le agradecíamos a nuestras mentes el estar lucidas.

Sin embargo, en ese mismísimo instante, en los dominios indomables de la naturaleza: Las nubes competían con el viento para ver quien hacia el día mas olvidable, un cielo gris y un termómetro cabisbajo señalaban lo poco que le importábamos al clima... y nosotros preparándonos para luchar una vez mas en un campo de batalla que ya no nos era tan desconocido, pero igual nos ponía nerviosos, “siempre unidos, siempre hacia adelante, tus ideales en una mano, tu corazón en la otra… y el fuego de tu alma quemando tus ojos y tus palabras!!!!.

Hola como les va? mi nombre es May; Encantados, un gusto, muy linda la clínica; Gracias, es una empresa familiar, mi mama es la dueña y mi tio se encarga de la contabilidad; Ha que bueno... Y asi hablamos como por una hora de cosas que no llegaban a ningún lado, nos pasamos los teléfonos y quedamos en una entrevista que nunca se concretaría. Por el simple hecho de que la aventura no debía terminar ahí, debía seguir, quedaban pensamientos por descubrir y luchas por ganar, no era nuestro lugar, era simplemente pasar por la ciudad, dejar una huella invisible y seguir hasta chocar con la pared, con el fin del mundo, con concretar nuestros sueños para tener unos nuevos.

Pero aunque ustedes no lo crean y yo trate de hacerles este relato lo mas increíble hasta donde mi vocabulario callejero y medio inventativo me lo permite, esto no era lo mejor de Madryn… lo mas interesante no pasaba sobre el suelo firme, si no que ocurria en otra dimensión, en un mundo ajeno a los pulmones, a la sed, al viento y la suciedad. Ahí en ese lugar, se encontraban las criaturas mas extrañas jamás vistas por mis ojos, las veíamos a lo lejos, empezábamos a conocerlas, a admirar y a imaginar que llegan a medir hasta 18 metros de largo y pesan varias toneladas, y sin embargo se mueven como ballenas en el agua (porque se mueven solo como ellas, no existe un aforismo para compararlas, no hay animales de varias toneladas sobre la tierra que salten metros de altura, o se muevan a altas velocidades sin tener piernas!!!... no es como comparar a Messi y decir que se mueve en la cancha como pez en el agua, Me entienden?.

Mama? que hacen esos tres chicos corriendo por la playa como desaforados hacia nosotros, se van a lastimar y les va a dar frio si entran al agua, aparte no tienen aletas y son bastante fieros… y flacos (todo esto en idioma ballenil, no conozco su lenguaje con exactitud, pero es muy probable que existan estas palabras en su alfabeto); No te preocupes hijo mio hermoso, esos chicos que los ves correr de un lado para otro, saltando, haciendo gestos con sus manos para que nosotros saltemos, solo están contentos por vernos; Y por qué?; Esa es algo que siempre nos preguntamos cada vez que venimos a estos lugares, pero nunca lo sabremos, lo mejor es que sigamos haciendo nuestra vida y no le demos pelota; Bueno Ma, puedo ir y saltar sobre el agua unas tres veces; Por supollo mi chiquitín juguetón, andá y disfrutá.

Suponemos que las ballenas estaban diciendo eso, por lo menos es lo que nosotros diríamos estando en su situación. Que mas les puedo decir, nuestro primer día en El Doradillo fue mágico, es como si hubiera durado 100 hs, el tiempo no existía, el viento, las nubes, las cenizas, todo eso solo hacían del día un momento aún mas espectacular. Pero bueno, en algún momento había que volver. Aparte era tarde, el viento empezaba a soplar con todas sus fuerzas y lo peor es que generaba una atmosfera densa, oscura y gris junto con las cenizas volcánicas, que a esa hora estaban ocupando la mayor parte de nuestra inspiración, pero no de nuestra espiración, por lo tanto el momento de volver a casa era ese, no podíamos hacer nada contra la naturaleza, que nos mostraba su peor cara y nos invitaba a retirarnos a nuestra humilde morada. Y emprendimos la vuelta a casa...

Ya en lo de Juli, cansados después de un día agitado y de muchas emociones, esperando que se haga la hora de comer, calentitos, resguardados del viento y las cenizas, abrigados, charlando de lo lindo que fue el tiempo que pasamos juntos y de estar mas tranquilos ya… esperen un momento… esto no fue lo que pasó… ahora que lo pienso, vienen a mi mente imágenes confusas en las cuales algunos de nosotros tuvo una de las ideas mas brillantes en uno de los entornos de mayor oscuridad jamas vividos por nuestras mentes… en un instante mientras volvíamos, decidimos ir a pescar calamares.

Claaaro!, ahora recuerdo… No estoy del todo seguro (cuando lo he estado?, el impulso me mueve), pero creo que fue un momento en el que nos dimos cuenta que los calamares se comen los huevos de los peces, por lo tanto, si esto ocurre disminuiría la población de estas aves del mar, y eso haría que los pescadores no pesquen tanto (valga la redundancia). Esto provocaría un impacto a nivel familiar muy grande, porque se separarían las familias de los pescadores por falta de sustento económico y los chicos crecerían en un hogar dividido por el dinero, lo que nos llevaba a pensar que estos infantes nunca pensarían que la gente esta junta por amor, y ese sería el comienzo del fin del amor en el mundo…

Algo había que hacer… ir a pescar calamares.

Asi que por lo tanto para resumir esta primera parte les voy a decir unas pocas cosas, el viento soplaba tan fuerte que nos tiraba la mesa, las cenizas del volcán griseaban nuestra piel y nuestro pelo; la temperatura era de unos 10° C y por supuesto, no teníamos la mas mínima, puta, zorruda idea de cómo usar una caña de pescar y mucho menos de pescar calamares, por lo que no pescamos ni siquiera un calamar viejo, senil, que apenas pudiera moverse, ni siquiera eso.

Preocupados hasta el día de hoy, el Juli nos mantiene informados sobre el amor en Puerto Madryn, por suerte hasta ahora no ha habido cambios y las familias se mantienen unidas, pero es un tema que nos preocupa por las noches a la hora de ir a acostarse.