jueves, 15 de marzo de 2012

Madryn para rato...


Los dias que siguieron se vuelven cada vez más confusos a medida que los voy recordando, las horas y los personajes se mezclan un poco y puede que algunas cosas hayan sido todavia aún más fantasticas de lo que yo en realidad recuerdo. De todas formas voy a tratar de ser lo más cronológico posible, aunque por suerte el tiempo en esos días no fue algo importante. El caso es que habíamos llegado a Madryn un domingo, con la idea de irnos el martes siguiente, pero ya estábamos a miercoles y seguiamos en la casa de Juli, como habrán notado, puesto que si no estaría hablando de otro lugar en otra situación distinta.
Retomando, habíamos vuelto ese miercoles de Península Valdés, cansados, extasiados de esa necesidad que tiene la naturaleza por asombrarnos hasta en los más mínimos detalles. Eran como las nueve de la noche, el Juli nos invitó a una recibida de una compañera suya, asi que fuimos el Javi y yo, de Leo no diré nada, seguia en su etapa espiritista y se quedó en casa a descansar, no se si durmió tanto, porque en realidad solo duerme aquel que no tiene sueños, y Leo tenia muchos sueños, inciertos acontecimientos que regirian su vida en los próximos meses perturbaban su razonamiento y por momentos su instinto se apoderaba de el, entonces buscaba su felicidad, solo la suya, porque eso es la felicidad, un instinto de supervivencia, y uno sobrevive cuando se es feliz, eso es la felicidad, un instinto, hay muchos otros, pero con el tiempo probablemente nos demos cuenta que todo tipo de instinto tiene como unico objetivo satisfacer cualquier tipo de necesidad solo para que seamos felices. Y así era la situación, por momentos todos eramos un caminante al lado del camino, que miraba la vida pasar con alegria, como si el tiempo se hubiera detenido para nosotros, estábamos yendo hacia el fin, o al comienzo, depende como lo veamos. También recuerdo que en esos días el Leo se sentía superman, sobre todo cuando íbamos en el auto y decidia pasar en rojo una vez que la conversación habia terminado, asombrados todos, palidez en nuestros rostros, preocupación en el semblante del Juli, miradas inquisidoras y deseosas de saber por qué, por qué!!! Leo pasaste en rojo, Es que me siento superman. Esa fue su respuesta, y nosotros, sin nada que temer, sonreiamos y esperábamos llegar a destino, pensando capaz, preguntándonos si este simple hombre de barba, futbolero, de carácter intratable, era superman, o si tal vez la solución no sea una respuesta a esta pregunta, si no más bien alargar las conversaciones en los semáforos.
Y la noche se llenó de personajes, amigos del Juli, estudiantes de una vida infinita. Uno de ellos es el Capo, un hombre que despertaba a su ingenio de maneras infinitamente divertidas, podía hacernos ver que Manuelita en realidad tenía una historia llena de excesos, y que solo se fue a París porque ahí la gente probablemente era mucho más tolerante con su estilo de vida, mas que en Pehuajó. Dos noche después, el Capo, nos hizo apreciar la estepa patagónica, con el viento soplando suavemente pero con fuerza constante sobre una flora que vivia de las carencias del amor, o sea de la soledad, se alimentaba de la soledad del lugar. Vimos y sentimos a los pequeños animales acostumbrados a vivir bajo el yugo de lo inhóspito. Nos fuimos envolviendo en esa soledad!, nos alimentamos un poco de esta, íbamos perdiendo a su vez todo lo que teníamos sobre nuestras cabezas, el viento incesante y el frio se llevaron todo aquello que pesaba sobre nuestros cuerpos, estábamos livianos, flotábamos.





La noche se estaba terminando, nuestra estadía también, dos noches después de haber visto y disfrutado con nuestros ojos lo hermoso de Madryn, había llegado el turno de conocer el alma del lugar, esa que solo te la puede mostrar aquel que ama el lugar, y esa noche, en la estepa de Bahia Grande, en la oscuridad y ya sin nada sobre nuestras cabezas, podiamos levantarnos, podíamos seguir nuestro viaje...