Para adelante. Hacia el sur es para adelante. Hacia abajo. Dejarse caer es para
adelante. Ahí donde termina el continente es donde se inicia. Desde abajo es desde donde se empieza. Hacia allá vamos.
Somos 3. Leo, Juampi y Javi. O Gabi, Pablito y Ricardo, si la historia hubiera empezado por otro lado. Vamos en el Ka, alias "La albóndiga". Tiene dos valijas en el techo, el baúl repleto y un asiento de atrás también. Después venimos nosotros, tres chicos siguen siendo hijos, hermanos, amigos. Nos gusta el fútbol, el asado, el mate, el hogar. La albóndiga nos lleva, y nosotros los llevamos a ustedes.
Se dirá que nos cuesta aceptar responsabilidades, que no queremos crecer, hasta que sólo estamos huyendo para no afrontar lo que se viene. Y debe ser cierto, ¿pero quién no está huyendo de algo? Hacemos esto porque se nos hace difícil aceptar cosas sin hacernos preguntas, sin dudar. Nos intriga saber qué hay más allá de lo que vemos. Pero sobre todo lo hacemos porque gracias a nuestras familias podemos. No es fácil, también se requiere coraje para saltar. Nos dieron el título de médico, ahora nos toca descubrir qué significa eso. Prometemos tomar esta travesura con total responsabilidad.
El Viaje.
Salimos el domingo 22/5 a primera hora hacia Neuquén, nuestra primer parada. Una semana antes, cuando delieneamos el plan, era el objetivo. Atrás había quedado las vacaciones, el global, las dudas, el Juramento Hipocrático, las peleas, el intento fallido de Leo en Mar del Plata, el exámen en Mendoza, los intentos fallidos para planear el viaje, los intentos fallidos de fotos para el curriculum, los intentos fallidos de Curriculum Vitae, las despedidas. Ese era el plan y hoy, después de una semana de empezado el viaje, suena irrisorio. Primero porque el domingo iba a ser imposible, yo estaba en Buenos Aires y debía hacer firmar mi título en el rectorado y para eso iba a necesitar un día hábil, habría que pasarlo para el lunes. Pero el miércoles era feriado, ¿qué sentido tenía buscar trabajo en un lugar en un día feriado? Iba a ser el martes, y antes de Neuquén íbamos a pasar por San Rafael, era el cumpleaños de Marti, una de las sobrinas de Leo, íbamos a verla y el miércoles Neuquén.
Mañana a las 11 salimos, era el nuevo plan, lunes a las 3 de la mañana después de unas pizzas en casa y despedida. Casi puntuales, martes a las 6 de la tarde estábamos despidiéndonos de Mendoza. Lo peor de las despedidas es que uno no sabe lo que viene, lo seguro es la partida, el viaje de regreso y el reencuentro, no.
La albóndiga llena, demasiado equipaje, sanguchitos de almuerzo que fueron media tard
e, los tres gorditos saludando en la vereda, los padres de leo diciendo hasta pronto.
Mendoza se nos iba por el acceso, San Rafael nos daba la bienvenida con un asado, vino, ferné, ducha y cariño. Reacomodo del equipaje, no vamos a necesitar tanta yerba y 3 mates, ni esa mochila ni esas bolsas. Seguía siendo demasiado equipaje. Pero ahora más parejo. Pao, Diego, Tony y las chicas nos trataron como si estuviésemos volviendo de la Antártida.
Más cómodos, más mimados y más gorditos salimos para Neuquén el miércoles al medidodía. Y ahí empezamos a recorrer las rutas. El desierto también quedó atrás y llegamos a Neuquén, de noche.
Paseo por los principales puntos turísticos de la city: plaza de la bandera, mirador, monumento a San Martín, cerveza en el Río Grande. Otra vez en el Limay. Nos esperaba Ceci, Mati y Anita con unas pizzas que según cuentan amasó y cocinó Ceci, aunque no pudimos corroborarlo. Otra vez en la ciudad que me vio crecer, aunque ya no sea la misma. Muchas sensaciones y cosas al andar de vuelta por esas calles, que me las guardo para mí. No conozco a nadie, nadie me conoce, todo está distinto ciudad de Neuquén, diría don Marcelo. Ahora voy entendiendo...
Pantalón de vestir, camisa, zapatos, ruta 22, café con medialunas en cipo, Cinco Saltos, que acá vinimos a buscar trabajo y nos espera el doctor Galdano. ¿O era Gabaldo? Pero en el mail decía Oscar Lillo. ¿Para a dónde para el Sanatorio del Sindicato de Industrias Químicas? Qué despacio que se maneja en los pueblos, qué lindo. Bocinazo. Andá a comprate un auto pendejo, ¿quién te pensás que sos? Ahí está el Sanatorio. ¡Seguí de largo! Que acá vinimos a buscar trabajo, vamos a hablar con el doctor. Hola doctor de ambo amarillo, ¿cómo le va? Qué tranqui la guardia. 30 pacientes en 24 horas, una internación. Vengan que les muestro el sanatorio, acá se hace la recepción del recién nacido, acá va a ser la terapia intensiva, estos son los consultorios externos. Yo hay dos cosas que no negocio: una las llegadas tarde y otra las faltas. Necesito 7 médicos, uno por día de la semana. Acá la guardia se paga poco pero se paga en efectivo antes de irte a tu casa. Y después podés hacer consultorio externo, si pedís para el día del doctor Urbano vas a tener pacientes siempre. Una chica que se vino de Corrientes con la hija hace ocho meses que está y ya se amobló todo el departamento, vino con dos valijas, yo la fui a buscar a la terminal. Pero vino a laburar, no de joda. Acá no tenés techo. Que acá la salud pública está muy mal. Que cuando te salpica la mierda te lo podés limpiar, pero el olor te queda. Bueno doctor, vamos a pensarlo y la semana que viene le avisamos, muchas gracias.
Y se nos fue la tarde. Nuestra primer entrevista de trabajo fue reveladora, aunque no fuéramos a aceptarlo nos tocó por suerte hablar con un médico sin cassette y experimentado, aprendimos mucho.
A la noche asado en la chacra de don José, que tiene vacas y gallinas y pollos y nos está esperando. Don José, el padre de Ceci, tiene una chacra en vista alegre. También vino mi amigo Juampi, hicimos las compras en La Anónima y nos fuimos. Ya nos estaba esperando Don José con el fuego prendido y empanadas. Otra vez vino y ferné, y asado. A Juampi esta vez el cuerpo no lo acompañó y estuvo tomando tecito y descansando. Estaba fresco pa chomba, y en Neuquén también. Por suerte esta noche Ceci, a quien le habíamos usurpado el departamento, nos arregló el tema del agua caliente, el caloventor y la falta de fuego, necesidades básicas insatisfechas la noche anterior.
Tantos recuerdo se tejen, van, vuelven, como ráfagas, realidades paralelas que no pueden escapar del tiempo y se siguen tejiendo, yendo, viniendo. Amistades que quedan para siempre atadas con un hilo invisible aunque seamos más viejos y distintos. Algo nos une y no es solamente un pasado juntos. Mi vuelta a Neuquén después de tanto tiempo fue hermosa, aunque como suele suceder, demasiado corta. Otra vez dejando amigos queridos detrás, subiendo
al Ka que se convierte en un DeLorean, una máquina del tiempo. Cuando volvamos a encontrarnos seremos los mismos pero más viejos. Amigos viejos, viejos amigos. Gracias por todo, hasta la próxima.
Y de Neuquén a San Martín, con escala en El Chocón. Salimos un poco más tarde de lo planeado, hubo que devolverle las llaves del departamento a ceci. Dos veces. Porque también hubo que volver a por un reloj olvidado sobre la mesada. Directo al Chocón. Si no fuera por los compañeros de la UOCRA, que nos obligaron a tomar un desvió por caminos desérticos para llegar a Senillosa. Gracias al personal policial por las indicaciones. Si era tarde, ahora más tarde. Y todavía quedaba El Chocón y sus Dinosaurios. Un tour completo, sanguchitos del asado de ayer en la boca del sapo, visita al museo y al Giganotosaurus, nos esperaban las huellas petrificadas antes de San Martín. Los chicos, creo, hubieran preferido que fueran más emocionantes. Pero es lo que había, y así se nos fue El Chocón. Después vino Piedra del Águila, después Confluencia y después Junín de los Andes. Ya llovía, ya era de noche, ya había que llegar.
Y entre la lluvia y la noche llegamos al camping del ACA en San Martín, más tarde que temprano. Para nuestra sorpresa, el plan A había fracasado. Estaba cerrado. Gracias a Dios. Armar una carpa en ese momento hubiera sido un castigo más que una bienvenida. Y así salimos a buscar algún alojamiento amigo, bueno, bonito, barato. Una hora después estábamos por perder las esperanzas. Que ya es tarde, que no puedo por ese precio, que no tengo lugar, que no hay estacionamiento. Y apareció Iván, el recepcionista de un hotel que nos hizo una oferta irresistible: desayuno, cochera y el mejor precio hasta el momento. Nos escupimos la mano y cerramos trato, era un ofertón de día. A las 12 de la noche era una bendición. Ya estábamos instalados, al día siguiente iríamos a entregar curriculum a todas las clínicas y hospitales, y después a pasear.
Patear la calle nos llevó una hora, aproximadamente. Después de visitar la cuarta clínica y confirmar que los jefes y directivos no trabajan los sábados y de dejar CV nos habíamos quedado sin más que hacer. Asi que decidimos hacer una excursión a Quila Quina, comunidad mapuche Curruhuinca, a la orilla del Lácar.
Villa la Angostura - 30 de Mayo
Hoy dormimos hasta tarde. Hoy leo se despertó más temprano y fue a buscar leña para el hogar. Y después se encargó del fuego y después tomamos café con leche que hizo juampi y después me vine a la orilla del lago a escuchar música y empezar a contarles lo que está pasando por acá. Porque uno llega a un lugar como este y no se pregunta por qué, pero uno quiere hacer lo que se le da la gana. y en realidad uno no puede hacer otra cosa que hacer lo que dicta lo que rodea. pasa en las ciudades y pasa acá también. Comprenderlo lleva su tiempo, pero no vamos a hacernos tantas preguntas, me voy a dejar llevar por la brisa que llega desde el lago.
Acá estoy, en uno de los primeros momentos de relax, mirando y pensando para adentro. Llegamos ayer después de pasear por los siete lagos y conocer lugares increíbles, como vi
lla Traful, uno de esos lugares que parecen otro mundo.
Salimos de San Martín con un poco de modorra, el sábado tomamos unas cervezas que nos dieron un poco más de sueño que lo habitual, o quizás haya sido el alcohol barato del trago. Honestamente no tomamos mucho, pero la resaca fue terrible. Al mediodía habíamos empacado todo, leo se hizo cargo de las compras y con juampi nos hicimos cargo de cargar el auto.
Un día espectacular nos estaba esperando para que paseemos por los siete lagos. Listo el asado, los chori y las verduras, sólo quedaba partir. No descubrimos la pólvora si decimos que el camino es increíble, pero sí notamos que esta época del año debe ser la mejor para recorrerlo: el verde, amarillo, marrón, rojo, negro, azul. Infinitas tonalidades resumidas en tan pocos colores parece casi sospechoso, alguien nos está ocultando algo al no inventar más adjetivos.
Los bosques, subidas, bajadas, lagos, todo parece un gran parque de diversiones, o una película, no sé.
El viernes habíamos estado en Quila Quina y fue realmente abrumador ver semejantes paisajes. Habíamos pasado una tarde de esas que no hace falta hacer nada para pasar un gran momento. Amortizamos el lugar que ocupa la mesa de camping en el equipaje esa misma tarde, una sola picada y un vino a la orilla del Lácar bastó para decir "valió la pena". Menos de 100 km hasta acá, pero un universo de bosques, pájaros, agua, curvas, contracurvas y el Ka parecía un lugareño llevandonos a pasear a los lugares más lindos. Parada en el Falkner, que bien podría llamarse espejo. Belleza, ni una gota de viento y las montañas estaban por duplicado.
Seguimos y agradecimos el trayecto no asfaltado de la ruta, el asfalto te separa de la tierra cuando en realidad esos bosques y esos coihues enormes parecieran invitarte a estar en contacto.
Desvío a Villa Traful, algo que no conocía y que me pareció de lo más hermoso que he visto. Primero hay que pasar unas montañas, para llegar a un valle y después, como un embudo, ver todos los arroyos que van a terminar en el Lago Traful. Paramos en el arroyo Pedrogoso,
pic nic con lo que quedaba de salame, jamón, chorizo colorado, salamin y pan de Quila Quina. Ruidosas las piedras, pero más que quejándose parecían estar cantando. Y después seguir por ese bosque de coihues orillando el lago, ya no importaba qué hora era ni a qué hora íbamos a llegar a Villa, importaba el momento, que era hermoso. Y después la vuelta, Lago Correntoso, Rio Ruca Malén, Lago Espejo, noche. Y sobre todo frío. ¿¿Carpa?? Llegamos a Villa, finalmente y de repente uno se empezó a preocupar. "¿Cómo vamos a hacer si la leña está mojada?" "Va a estar fresco para comer el asado afuera".
Ni hablar para dormir. Unos cinco minutos de estrés hasta que llegamos al camping, no se veía a nadie. Hasta que apareció Nico, de unos 35, trabajaba en el comedor universitario y lo mandaron para acá con su familia y está desde enero. El encargado del camping, apareció sobre un caballo su hija y al lado su mujer. Una corta negociación y por un módico precio conseguimos cabaña con vista al lago. Otro favor más que le debemos a algo o alguien que nos quiere mucho y está haciendo que todo nos salga bien.
Hogar, dulce hogar. Hogar a leña, ventanal pegado al lago, calefacción, frazadas. Fuego, asado increíble que hizo leo de principio a fin, risas, felicidad. Dormirse al calor del hogar. Amanecer en este paraíso. Salir al Nahuel Huapi a escribir. Llamada de Rio Grande, donde nos esperan en unos 15 días, todo marcha sobre ruedas, sobre las ruedas del Ka.
Y la brisa y las nubes, que se van yendo porque llegó Juampi con una taza de té, y el sol no se lo quería perder. Leo estará por allá arriba, haciendo vaya uno a saber qué.
Y sigo acá, preguntándome por qué estoy tan cómo haciendo lo que se me da la gana. Gracias a nuestras familias lo podemos hacer, esto es sólo una foto del viaje que no termina nunca, que tiene una parada más al sur pero no sabemos cómo seguirá.
Y me sigo preguntando si estará bien, si estará mal, qué es lo correcto, si existe lo correcto, si existe lo incorrecto. Algo me hace sentir esta extraña armonía de hacer lo que me está pidiendo el lugar y el momento. Y aunque sea sólo por hoy, esto es lo correcto. Y miro al lago y a los árboles y a las montañas y a las nubes y al cielo y al sol. No parecen estarse preguntando nada. El Nahuel Huapi no parece intrigado y deja que el viento le sacuda la superficie, en algunos lugares más que en otros, está esa parte calma que deja reflejar la luz que lo toca y al mismo tiempo deja verse hasta el fondo. Está esa otra parte que parece inquieta y confundida y pierde la transparencia.
¿Qué sería del lago si se opusiera a que la brisa lo toque? Ojo, que se forman olas que después chocan contra piedras que hacen ruido y que después salpican piedras que están más lejos. Sabio el lago, sabe que esas gotas van a ser nube y después van a volver a ser gotas para volver a ser lago.